ESTUDIANTE DE MEDICINA, PIANISTA Y BAILARÍN DE DANZÓN

Desde pequeño, Gabriel Vargas ha sabido que el arte forma parte esencial de su vida. Actualmente cursa la Licenciatura en Médico Cirujano y Partero en la Escuela de la Salud de la Universidad Isidro Fabela de Toluca, pero eso no ha sido un obstáculo para continuar desarrollando su talento musical y dancístico.

Su historia artística comenzó a los cinco años, cuando su abuelo le enseñó sus primeras melodías al piano. Aunque en un inicio intentó con la guitarra, fue el piano el que realmente capturó su atención. A los seis años debutó en un festival escolar y desde entonces no ha dejado de tocar. En sus tiempos libres, especialmente durante las vacaciones, se dedica a ensayar, componer y estudiar piezas musicales, combinando su pasión con la exigente carrera de medicina.

Amante de la música clásica y de los boleros del siglo pasado, Gabriel se considera un alma vieja. Disfruta también del jazz, el danzón y otros géneros cargados de profundidad y sentimiento. Esta conexión con la música del pasado lo ha llevado no solo a interpretarla, sino también a componer piezas propias inspiradas en ella.

Además del piano, Gabriel encontró en el baile otro canal de expresión. Desde los nueve años se ha dedicado al danzón, disciplina que ha desarrollado con pasión y compromiso. En mayo de 2025 participó en un campeonato nacional en Veracruz, obteniendo el segundo lugar en la categoría de parejas con cinco años de trayectoria, consolidando así su talento también en la pista de baile.

Gabriel es un ejemplo de cómo la vocación profesional y el arte pueden coexistir. Para él, la música y la danza no son solo pasatiempos, sino parte de su identidad. En sus propias palabras, son actividades que no piensa abandonar, ya que lo definen tanto como su carrera en medicina.

Su mensaje para otros estudiantes es claro: "Si tienen una pasión o un hobby, explótenlo al máximo. Hagan lo que les gusta sin dejar de lado sus objetivos profesionales. El esfuerzo puede ser mucho, pero la satisfacción también lo es”.

Con una mirada sensible, un oído afinado y pasos firmes en la pista de baile, Gabriel demuestra que el arte puede vivir en armonía con cualquier vocación, siempre que exista disciplina y amor por lo que se hace.


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